En un libro sobre su mirada de la economía, el Papa llamó
a no resignarse a un sistema en el que los hombres son meros instrumentos
La economía preocupa al
Papa. Foto: AFP
Roma.-"Marxista",
"comunista" y "pauperista": las palabras de Francisco sobre la justicia social y sus
frecuentes llamados por los necesitados le han acarreado críticas e incluso
alguna acusación. ¿Cómo vive todo esto el papa Bergoglio? ¿Por qué el tema de
la pobreza ha
estado tan presente en su magisterio? Es lo que plantean los periodistas
italianos Andrea Tornielli y Giacomo Galeazzi en un libro dedicado al
pensamiento del Papa sobre la economía, y que incluye una entrevista de la cual
a continuación sigue un extracto.
-Santidad,
¿el capitalismo tal y como lo hemos estado viviendo en las últimas décadas es,
según su opinión, un sistema de alguna manera irreversible?
-No
sabría cómo responder a esta pregunta. Reconozco que la globalización ha ayudado
a muchas personas a salir de la pobreza, pero ha condenado a muchas otras a
morir de hambre. Es cierto que, en términos absolutos, aumentó la riqueza
mundial, pero este sistema se mantiene con esa "cultura del descarte" de la que
ya he hablado en varias ocasiones. Existen una política, una sociología y una
actitud del descarte. Cuando ya no es el hombre, sino el dinero, lo que ocupa el
centro del sistema, cuando el dinero se convierte en un ídolo, los hombres y las
mujeres son reducidos a meros instrumentos de un sistema social y económico
caracterizado, es más, dominado por profundos desequilibrios. Y así se
"descarta" lo que no le sirve a esta lógica: es esa actitud la que descarta a
los niños y a los ancianos, y que ahora también afecta a los jóvenes. Me
impresionó saber que en los países desarrollados hay muchos millones de jóvenes
menores de 25 años que no tienen trabajo. A veces me pregunto cuál será el
próximo descarte. Debemos detenernos a tiempo. Diría que no debemos considerar
estas cosas como irreversibles, no debemos resignarnos. Tratemos de construir
una sociedad y una economía en las que el hombre y su bien, y no el dinero, sean
el centro.
-¿Puede
darse un cambio, una mayor atención por la justicia social, gracias a una
economía que sea más ética o se puede pensar en cambios estructurales en el
sistema?
-Antes
que nada, hay que recordar que se necesita ética en la economía y también se
necesita ética en la política. Muchas veces, varios de los jefes de Estado y
líderes políticos que pude conocer después de mi elección a obispo de Roma me
hablaron de esto. Han dicho: ustedes, los líderes religiosos, tienen que
ayudarnos, darnos indicaciones éticas. Sí, el pastor puede hacer llamados, pero
estoy convencido de que se necesitan, como recordaba Benedicto XVI en la
encíclica Caritas in
veritate, hombres y mujeres con los brazos elevados hacia Dios para rezarle,
conscientes de que el amor y el compartir de los que deriva el auténtico
desarrollo no son un producto de nuestras manos, sino un don que hay que pedir.
Y, al mismo tiempo, estoy convencido de que es necesario que estos hombres y
estas mujeres se comprometan, a todos los niveles, en la sociedad, en la
política, en las instituciones y en la economía, poniendo en el centro el bien
común. Ya no podemos esperar para resolver las causas estructurales de la
pobreza, para curar a nuestras sociedades de una enfermedad que sólo puede
llevarnos hacia nuevas crisis. Los mercados y las especulaciones financieras no
pueden gozar de una autonomía absoluta. Nunca resolveremos los problemas del
mundo sin una solución de los problemas de los pobres. Se necesitan programas,
mecanismos y procesos orientados a una mejor distribución de los recursos, a la
creación de trabajo, a la promoción integral de los excluidos.
-Muchos
se han sorprendido por sus palabras sobre los pobres "carne de Cristo". ¿Le
molesta que lo acusen de "pauperismo"?
-El
pauperismo es una caricatura del Evangelio y de la misma pobreza. En cambio, San
Francisco nos ayudó a descubrir el vínculo profundo que hay entre la pobreza y
el camino evangélico. Jesús afirma que no se puede servir a dos amos, a Dios y a
las riquezas. ¿Es pauperismo? La pobreza aleja de la idolatría, del sentirse
autosuficientes. Zaqueo, después de haberse cruzado con la mirada misericordiosa
de Jesús, dio la mitad de lo que tenía a los pobres. El del Evangelio es un
mensaje que va dirigido a todos, el Evangelio no condena a los ricos, sino la
idolatría de la riqueza, esa idolatría que nos hace insensibles al grito del
pobre. Jesús dijo que, antes de ofrecer nuestro don ante el altar, debemos
reconciliarnos con nuestro hermano, para estar en paz con él. Creo que podemos,
por analogía, extender esta petición al estar en paz con nuestros hermanos
pobres.
-Usted
ha subrayado la continuidad con la tradición de la Iglesia en esta atención por
los pobres. ¿Puede dar algún ejemplo?
-Un
mes antes de inaugurar el Concilio Ecuménico Vaticano II, el papa Juan XXIII
dijo: "La Iglesia se muestra como es y como quiere ser: como la Iglesia de todos
y, particularmente, la Iglesia de los pobres". Años después, la elección
preferencial por los pobres entró a los documentos del magisterio. Alguien
podría pensar en una novedad, en cambio, se trata de una atención que tiene su
origen en el Evangelio y se encuentra documentada ya en los primeros siglos del
cristianismo. No es una invención del comunismo y no hay que ideologizarla, como
a veces ha sucedido durante la historia. La Iglesia está lejos de cualquier
interés político y de cualquier ideología: movida únicamente por las palabras de
Jesús, quiere ofrecer su aporte a la construcción de un mundo en donde se
custodien los unos a los otros y en donde se cuiden los unos a los otros.
UNA OBRA SOBRE SU MAGISTERIO
Papa
Francisco. Esta economía mata, el libro sobre el magisterio social de Jorge
Bergoglio, saldrá a la venta en Italia el próximo martes. La obra retoma y
analiza los discursos, documentos y demás intervenciones de Francisco sobre
pobreza, inmigración, justicia social y salvaguardia de la creación. Interpela
también a expertos de economía, finanzas y doctrina social de la Iglesia -entre
ellos, el profesor Stefano Zamagni y el banquero Ettore Gotti Tedeschi-; cuenta
además sobre las reacciones que ciertas posturas del Papa han suscitado..
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