La oposición a Martelly exigió, asimismo, la liberación de otros dirigentes, como los hermanos Enold y Josué Florestal, Louima Louis Juste y Jean-Robert Vincent.
Muere un manifestante en Haití tras protestas antigubernamentales
Las protestas se mantienen tras la decisión del presidente Michel Martelly de suspender las elecciones legislativas y municipales en octubre. | Foto: La Tarde
14 diciembre 2014 (
Oposición
haitiana continúa planes de protesta antigubernamental. Este domingo
murió una persona tras el segundo día de protestas.
Una
persona murió este domingo en el segundo día de protestas
antigubernamentales en Haití, donde este domingo anunció su dimisión el primer ministro Laurent Lamothe, quien dijo marcharse "con una sensación de logro".
Lamothe
aseguró que su país atravesó una profunda y dinámica transformación y
un auténtico cambio en beneficio de su pueblo. Junto con Lamothe
abandonaron sus puestos varios miembros del Gabinete.
Anteriormente
el presidente del país, Michael Martelly, dijo que aceptaba su renuncia
para superar la crisis política que afronta la nación.
EN CONTEXTO
Las manifestaciones se mantienen en Haití tras
la decisión del presidente Michel Martelly de suspender las elecciones
legislativas y municipales en octubre por dificultades en la
organización de los comicios.
Los
opositores a Martelly han pedido su dimisión y la del primer
ministro Laurent Lamothe, pese a que el Ejecutivo anunció la creación de
una comisión consultiva para solucionar la situación de los comicios.
Las elecciones legislativas y municipales no se realizan desde 2011 por las dificultades en la organización de los comicios, que tienen que ver con la recuperación del país caribeño.
La
última vez que el Gobierno postergó las elecciones, fue el pasado 26 de
octubre, debido a que la ley Electoral se encuentra "bloqueada" en el
Senado, dijo Martelly.
La oposición convocó a nuevas
manifestaciones el 15 y 16 de diciembre, fechas en las que se
encontrará en Haití el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry.
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Dimite primer ministro de Haití tras semanas de protestas
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Organización Editorial Mexicana
14 de diciembre de 2014
Puerto Príncipe,
Haití.- El primer ministro de Haití, Laurent Lamothe, dimitió a su
cargo esta madrugada tras semanas de violentas protestas que exigen la
celebración de elecciones.
Lamothe renunció por el fracaso del presidente Michel Martelly de celebrar elecciones,
las que se han pospuesto debido a desacuerdos entre el gobierno y un
grupo de senadores de la oposición respecto de la ley electoral.
Una
comisión, integrada por 11 personalidades haitianas de diferentes
sectores, recomendó la destitución de Lamothe, del jefe de la Corte
Suprema y de la comisión electoral del país, a fin de superar el punto muerto.
El
presidente nombró a Lamothe como primer ministro en 2012, y se estima
que podría aspirar a la presidencia en las próximas elecciones.
Todo se produce en medio de una crisis política por las diferencias entre el Ejecutivo y el Legislativo.
En
el país se realizan también movilizaciones que demandan la libertad
inmediata de varios dirigentes de la oposición detenidos en
manifestaciones realizadas en octubre pasado.
Haití es
una de las naciones más pobres de América y del mundo que ha vivido
desde la inestabilidad política hasta catástrofes naturales que se han
cobrado la vida de cientos de miles de personas, como el sismo de 7.0
grados Richter registrado el 12 de enero de 2010. Notimex
- See more at: http://www.oem.com.mx/elmexicano/notas/n3640023.htm#sthash.hs4xcPPj.dpuf
Dimite primer ministro de Haití tras semanas de protestas
14 de diciembre de 2014
Puerto Príncipe,
Haití.- El primer ministro de Haití, Laurent Lamothe, dimitió a su
cargo esta madrugada tras semanas de violentas protestas que exigen la
celebración de elecciones.
Lamothe renunció por el fracaso del
presidente Michel Martelly de celebrar elecciones, las que se han
pospuesto debido a desacuerdos entre el gobierno y un grupo de senadores
de la oposición respecto de la ley electoral.
Una comisión,
integrada por 11 personalidades haitianas de diferentes sectores,
recomendó la destitución de Lamothe, del jefe de la Corte Suprema y de
la comisión electoral del país, a fin de superar el punto muerto.
El presidente
nombró a Lamothe como primer ministro en 2012, y se estima que podría
aspirar a la presidencia en las próximas elecciones.
Primer ministro Lemothe, renunciante por las protestas del pueblo.
Todo se produce en medio de una crisis política por las diferencias entre el Ejecutivo y el Legislativo.
En el
país se realizan también movilizaciones que demandan la
libertad inmediata de varios dirigentes de la oposición detenidos
en manifestaciones realizadas en octubre pasado.
Haití es una de
las naciones más pobres de América y del mundo que ha vivido desde la
inestabilidad política hasta catástrofes naturales que se han cobrado la
vida de cientos de miles de personas, como el sismo de 7.0 grados
Richter registrado el 12 de enero de 2010.
14 diciembre 2014 (
Oposición
haitiana continúa planes de protesta antigubernamental. Este domingo
murió una persona tras el segundo día de protestas.
Anteriormente el presidente del país, Michael Martelly, dijo que aceptaba su renuncia para superar la crisis política que afronta la nación.
La
última vez que el Gobierno postergó las elecciones, fue el pasado 26 de
octubre, debido a que la ley Electoral se encuentra "bloqueada" en el
Senado, dijo Martelly.
La oposición convocó a nuevas
manifestaciones el 15 y 16 de diciembre, fechas en las que se
encontrará en Haití el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry.
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14 de diciembre de 2014
Puerto Príncipe,
Haití.- El primer ministro de Haití, Laurent Lamothe, dimitió a su
cargo esta madrugada tras semanas de violentas protestas que exigen la
celebración de elecciones.
Lamothe renunció por el fracaso del presidente Michel Martelly de celebrar elecciones, las que se han pospuesto debido a desacuerdos entre el gobierno y un grupo de senadores de la oposición respecto de la ley electoral.
Una comisión, integrada por 11 personalidades haitianas de diferentes sectores, recomendó la destitución de Lamothe, del jefe de la Corte Suprema y de la comisión electoral del país, a fin de superar el punto muerto.
El presidente nombró a Lamothe como primer ministro en 2012, y se estima que podría aspirar a la presidencia en las próximas elecciones.
Todo se produce en medio de una crisis política por las diferencias entre el Ejecutivo y el Legislativo.
En el país se realizan también movilizaciones que demandan la libertad inmediata de varios dirigentes de la oposición detenidos en manifestaciones realizadas en octubre pasado.
Haití es una de las naciones más pobres de América y del mundo que ha vivido desde la inestabilidad política hasta catástrofes naturales que se han cobrado la vida de cientos de miles de personas, como el sismo de 7.0 grados Richter registrado el 12 de enero de 2010. Notimex
Lamothe renunció por el fracaso del presidente Michel Martelly de celebrar elecciones, las que se han pospuesto debido a desacuerdos entre el gobierno y un grupo de senadores de la oposición respecto de la ley electoral.
Una comisión, integrada por 11 personalidades haitianas de diferentes sectores, recomendó la destitución de Lamothe, del jefe de la Corte Suprema y de la comisión electoral del país, a fin de superar el punto muerto.
El presidente nombró a Lamothe como primer ministro en 2012, y se estima que podría aspirar a la presidencia en las próximas elecciones.
Todo se produce en medio de una crisis política por las diferencias entre el Ejecutivo y el Legislativo.
En el país se realizan también movilizaciones que demandan la libertad inmediata de varios dirigentes de la oposición detenidos en manifestaciones realizadas en octubre pasado.
Haití es una de las naciones más pobres de América y del mundo que ha vivido desde la inestabilidad política hasta catástrofes naturales que se han cobrado la vida de cientos de miles de personas, como el sismo de 7.0 grados Richter registrado el 12 de enero de 2010. Notimex
Dimite primer ministro de Haití tras semanas de protestas
14 de diciembre de 2014
14 de diciembre de 2014
Puerto Príncipe, Haití.- El primer ministro de Haití, Laurent Lamothe, dimitió a su cargo esta madrugada tras semanas de violentas protestas que exigen la celebración de elecciones.
Lamothe renunció por el fracaso del presidente Michel Martelly de celebrar elecciones, las que se han pospuesto debido a desacuerdos entre el gobierno y un grupo de senadores de la oposición respecto de la ley electoral.
Una comisión, integrada por 11 personalidades haitianas de diferentes sectores, recomendó la destitución de Lamothe, del jefe de la Corte Suprema y de la comisión electoral del país, a fin de superar el punto muerto.
El presidente nombró a Lamothe como primer ministro en 2012, y se estima que podría aspirar a la presidencia en las próximas elecciones.
Primer ministro Lemothe, renunciante por las protestas del pueblo.
Todo se produce en medio de una crisis política por las diferencias entre el Ejecutivo y el Legislativo.
En el país se realizan también movilizaciones que demandan la libertad inmediata de varios dirigentes de la oposición detenidos en manifestaciones realizadas en octubre pasado.
Haití es una de las naciones más pobres de América y del mundo que ha vivido desde la inestabilidad política hasta catástrofes naturales que se han cobrado la vida de cientos de miles de personas, como el sismo de 7.0 grados Richter registrado el 12 de enero de 2010.
En el país se realizan también movilizaciones que demandan la libertad inmediata de varios dirigentes de la oposición detenidos en manifestaciones realizadas en octubre pasado.
Haití es una de las naciones más pobres de América y del mundo que ha vivido desde la inestabilidad política hasta catástrofes naturales que se han cobrado la vida de cientos de miles de personas, como el sismo de 7.0 grados Richter registrado el 12 de enero de 2010.
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HAITÍ
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HAITÍ
A 210 años de la revolución de Haití
El 1° de enero de 1804, hace 210 años, Jean-Jacques Dessalines proclamó la independencia de la antigua colonia francesa de Saint Domingue, reafirmando la abolición de la esclavitud y la igualdad y libertad de su población.
¡Juremos vivir libres e independientes y preferir
la muerte antes que permitir que nos vuelvan a encadenar!
“Declaración de la independencia de Haití”, 01/01/1804
En
una pequeña isla del Caribe, se imponía una heroica y sorprendente
revolución. La Revolución Haitiana fue la única rebelión de esclavos
triunfante en toda la historia de la humanidad, la única que logró
constituir un Estado nacional propio, y la primera en lograr la
independencia en lo que es hoy América Latina.
Excluido de las
recientes celebraciones del segundo centenario, el proceso haitiano
permanece sumergido en las penumbras de la historia. Desde un principio,
estuvo inscripto en lo impensado, lo inimaginable, lo increíble: los
esclavos africanos jamás podrían ser protagonistas de un episodio de
tamaña envergadura histórica.
La legislación sobre la esclavitud que
regía en Francia (el Código Noir, promulgado por Luis XIV en 1685)
establecía que los esclavos eran bienes muebles, y que en tal carácter
ingresaban al patrimonio de sus dueños. No se los consideraba seres
humanos susceptibles de ser sujetos de derechos, sino meros objetos a
disposición de sus amos.
Pero el 22 de agosto de 1791, en la Planee
Nord de la isla de Saint Domingue, por entonces la colonia más próspera
de Francia y del mundo, sucedió lo imposible: estalló la rebelión. Bajo
el cielo luminoso del Caribe, los “bienes mostrencos”, las “cosas
muebles”, los condenados de la Tierra, los últimos entre los últimos,
encendieron el fuego de la rebeldía que ya no se apagaría por más de una
década.
Los
rebeldes incendiaron los cañaverales, aniquilaron las patrullas y
destacamentos de las tropas coloniales, obligaron a los europeos a
encerrarse en las ciudades de la costa. En los meses y años siguientes,
se sucedieron gobernadores, delegados y enviados de la Francia
monárquica primero y de la republicana después, cuyas maniobras fueron
desarticuladas una y otra vez por los insurrectos.
Se rechazaron las
invasiones de España, proveniente de la parte occidental de Santo
Domingo, y de Inglaterra, que pretendió apoderarse de la isla y
reimplantar la esclavitud. Todos los intentos reaccionarios fueron
derrotados por los antiguos esclavos, que en diez años de dura lucha
forjaron su experiencia política-militar y formaron sus propias
direcciones y proyectos políticos.
Muchos investigadores analizan
este proceso como un episodio importante, pero colateral, dentro del
contexto más amplio de la Revolución Francesa, desconociendo o
relativizando las tradiciones culturales y políticas propias de los
esclavos africanos. Nosotros entendemos que existió un sustrato común
que hizo posible que hombres traídos violentamente de África,
pertenecientes a distintas naciones y hablando diferentes idiomas,
pudiesen ponerse de acuerdo para iniciar y dar continuidad a la lucha
revolucionaria.
El voodoo, una religión producto del
sincretismo de creencias animistas africanas con el culto cristiano, y
el creole, un idioma surgido de la mezcla del francés con vocablos
procedentes de diversos idiomas de África, fueron los elementos
aglutinadores que permitieron una primera enunciación y circulación de
las ideas políticas entre las masas insurrectas. El cimarronaje
(esclavos prófugos que vivían en comunidades autoorganizadas) aportó
prácticas de organización y de lucha fundamentales para la continuidad
en el tiempo del movimiento rebelde.
En
este contexto, la insurrección del 22 de agosto fue preparada mediante
reuniones clandestinas previas, en las que participaron delegados de las
plantaciones y dirigentes de los esclavos cimarrones. Los insurrectos
aprovecharon hábilmente las crecientes disputas entre blancos, mulatos y
la población esclava, entremezcladas por las confrontaciones entre
monárquicos y republicanos. Por eso entendemos que la Revolución de
Haití es incomprensible fuera de los marcos de la Revolución Francesa,
pero a la vez tuvo también una impronta propia y una incidencia nada
desdeñable en los sucesos de la metrópoli.
La abolición de la
esclavitud en la isla, por la cual venían luchando ardorosamente los
rebeldes, fue proclamada el 29 de agosto de 1793 por Léger-Félicité
Sonthonax, un delegado jacobino que comprendió lúcidamente que si
Francia quería conservar la colonia, necesitaba el concurso de los
insurrectos para enfrentar a España e Inglaterra. La proclama
abolicionista de Sonthonax fue enviada a Francia, donde fue debatida en
la Convención.
Entre
la actitud de la Asamblea Nacional francesa, que en los años previos
rechazó peticiones mucho más moderadas de los mulatos (hombres libres de
color radicados en la isla) reclamando igualdad de derechos políticos
con los blancos, y la actitud de la Convención, que el 4 de febrero de
1794 aprobó, en medio de un vibrante debate, la abolición de la
esclavitud en Francia y sus dependencias de ultramar, media un proceso
de radicalización política revolucionaria al cual contribuyeron los
sucesos antillanos.
Con la expulsión final de españoles e ingleses,
la aceptación de la abolición de la esclavitud por parte de Francia, y
el ascenso a la conducción de la revolución del líder moderado Toussaint
L’ouverture, parecía que todo se encaminaba a la autonomía política de
la isla en el marco de un entendimiento amistoso con Francia. Pero en
1801 Napoleón Bonaparte envió un poderoso ejército que pretendió
sojuzgar nuevamente al país y restablecer el régimen esclavista. Los
franceses arrestaron a L’ouverture y lo deportaron a Francia, donde
murió en la cárcel. Se desencadenó entonces la última fase de la
revolución, la más radicalizada, donde la población afrodescendiente se
unió para expulsar al invasor francés, defender la libertad tan
duramente conquistada y ahora sí, proclamar la independencia de Francia.
En
noviembre de 1803, diezmado por una implacable guerra de guerrillas y
recurrentes epidemias de fiebre amarilla, el ejército francés debió
formalmente rendirse ante el nuevo jefe rebelde, Jean-Jacques
Dessalines, y evacuar la isla con la ayuda de la flota británica.
Proclamada la independencia, en un inédito acto de reparación histórica,
los vencedores descartaron el antiguo nombre colonial de Saint
Domingue, y bautizaron al nuevo Estado con su actual denominación,
Haití, como denominaba a su tierra el antiguo pueblo taíno, habitantes
originarios de la isla exterminados por los europeos.
El 20 de mayo
de 1805 fue promulgada la Constitución de Haití, un texto complejo que
estableció un régimen político imperial de características autoritarias a
la par que introdujo novedosas reformas sociales: la abolición de la
esclavitud, los derechos sociales para hombres, mujeres y niños, el
divorcio vincular, en definitiva, la igualdad y la libertad, sin
diferencias raciales o de género.
La
Revolución de Haití fue una revolución antiesclavista y anticolonial,
pero que, sin embargo, no alcanzó sus objetivos de liberación nacional.
Fue un ejemplo temprano de lo que Marx denominaba la “revolución en
permanencia”, esto es, la profundización de la revolución a partir de la
transformación del sujeto político-social protagónico, que la empuja
hacia adelante a través de fases sucesivas cada vez más radicales. Pero
fue también un ejemplo temprano de los límites impuestos a los procesos
emancipatorios cuando quedan confinados dentro de las fronteras
nacionales.
La revolución no logró conmover los cimientos de la
economía de plantación en las Antillas y en la costa atlántica: los
británicos prohibieron el comercio de esclavos, pero mantuvieron la
esclavitud en sus colonias; los franceses ahogaron en sangre la rebelión
antiesclavista de Guadalupe; en Venezuela, a pesar de las tempranas
proclamas de Simón Bolívar (1816) la esclavitud fue reestablecida y
abolida recién en 1854; en Estados Unidos, Cuba y Brasil subsistió hasta
bien avanzada la segunda mitad del siglo XIX. En este contexto
desfavorable, los sucesivos gobiernos haitianos no lograron impulsar
proyectos económicos alternativos para reinsertar el país en la economía
mundial, y terminaron concertando una ruinosa “reconciliación” con la
metrópoli, pagando una cuantiosa indemnización, punto de partida de
renovadas formas de explotación y dependencia que agobian hasta hoy a la
nación caribeña.
Pero la heroica revolución en la que los antiguos
esclavos enfrentaron y derrotaron a los ejércitos más poderosos de
Europa bajo la consigna “Libertad o muerte”, esa no ha perecido.
Permanece en la memoria y el corazón de los hombres y mujeres libres de
todo el mundo, como aquel relámpago que por un momento iluminó la
potencialidad de un pueblo dispuesto a luchar hasta la muerte por romper
sus cadenas.
la muerte antes que permitir que nos vuelvan a encadenar!
“Declaración de la independencia de Haití”, 01/01/1804
En una pequeña isla del Caribe, se imponía una heroica y sorprendente revolución. La Revolución Haitiana fue la única rebelión de esclavos triunfante en toda la historia de la humanidad, la única que logró constituir un Estado nacional propio, y la primera en lograr la independencia en lo que es hoy América Latina.
Excluido de las recientes celebraciones del segundo centenario, el proceso haitiano permanece sumergido en las penumbras de la historia. Desde un principio, estuvo inscripto en lo impensado, lo inimaginable, lo increíble: los esclavos africanos jamás podrían ser protagonistas de un episodio de tamaña envergadura histórica.
La legislación sobre la esclavitud que regía en Francia (el Código Noir, promulgado por Luis XIV en 1685) establecía que los esclavos eran bienes muebles, y que en tal carácter ingresaban al patrimonio de sus dueños. No se los consideraba seres humanos susceptibles de ser sujetos de derechos, sino meros objetos a disposición de sus amos.
Pero el 22 de agosto de 1791, en la Planee Nord de la isla de Saint Domingue, por entonces la colonia más próspera de Francia y del mundo, sucedió lo imposible: estalló la rebelión. Bajo el cielo luminoso del Caribe, los “bienes mostrencos”, las “cosas muebles”, los condenados de la Tierra, los últimos entre los últimos, encendieron el fuego de la rebeldía que ya no se apagaría por más de una década.
Los rebeldes incendiaron los cañaverales, aniquilaron las patrullas y destacamentos de las tropas coloniales, obligaron a los europeos a encerrarse en las ciudades de la costa. En los meses y años siguientes, se sucedieron gobernadores, delegados y enviados de la Francia monárquica primero y de la republicana después, cuyas maniobras fueron desarticuladas una y otra vez por los insurrectos.
Se rechazaron las invasiones de España, proveniente de la parte occidental de Santo Domingo, y de Inglaterra, que pretendió apoderarse de la isla y reimplantar la esclavitud. Todos los intentos reaccionarios fueron derrotados por los antiguos esclavos, que en diez años de dura lucha forjaron su experiencia política-militar y formaron sus propias direcciones y proyectos políticos.
Muchos investigadores analizan este proceso como un episodio importante, pero colateral, dentro del contexto más amplio de la Revolución Francesa, desconociendo o relativizando las tradiciones culturales y políticas propias de los esclavos africanos. Nosotros entendemos que existió un sustrato común que hizo posible que hombres traídos violentamente de África, pertenecientes a distintas naciones y hablando diferentes idiomas, pudiesen ponerse de acuerdo para iniciar y dar continuidad a la lucha revolucionaria.
El voodoo, una religión producto del sincretismo de creencias animistas africanas con el culto cristiano, y el creole, un idioma surgido de la mezcla del francés con vocablos procedentes de diversos idiomas de África, fueron los elementos aglutinadores que permitieron una primera enunciación y circulación de las ideas políticas entre las masas insurrectas. El cimarronaje (esclavos prófugos que vivían en comunidades autoorganizadas) aportó prácticas de organización y de lucha fundamentales para la continuidad en el tiempo del movimiento rebelde.
En este contexto, la insurrección del 22 de agosto fue preparada mediante reuniones clandestinas previas, en las que participaron delegados de las plantaciones y dirigentes de los esclavos cimarrones. Los insurrectos aprovecharon hábilmente las crecientes disputas entre blancos, mulatos y la población esclava, entremezcladas por las confrontaciones entre monárquicos y republicanos. Por eso entendemos que la Revolución de Haití es incomprensible fuera de los marcos de la Revolución Francesa, pero a la vez tuvo también una impronta propia y una incidencia nada desdeñable en los sucesos de la metrópoli.
La abolición de la esclavitud en la isla, por la cual venían luchando ardorosamente los rebeldes, fue proclamada el 29 de agosto de 1793 por Léger-Félicité Sonthonax, un delegado jacobino que comprendió lúcidamente que si Francia quería conservar la colonia, necesitaba el concurso de los insurrectos para enfrentar a España e Inglaterra. La proclama abolicionista de Sonthonax fue enviada a Francia, donde fue debatida en la Convención.
Entre la actitud de la Asamblea Nacional francesa, que en los años previos rechazó peticiones mucho más moderadas de los mulatos (hombres libres de color radicados en la isla) reclamando igualdad de derechos políticos con los blancos, y la actitud de la Convención, que el 4 de febrero de 1794 aprobó, en medio de un vibrante debate, la abolición de la esclavitud en Francia y sus dependencias de ultramar, media un proceso de radicalización política revolucionaria al cual contribuyeron los sucesos antillanos.
Con la expulsión final de españoles e ingleses, la aceptación de la abolición de la esclavitud por parte de Francia, y el ascenso a la conducción de la revolución del líder moderado Toussaint L’ouverture, parecía que todo se encaminaba a la autonomía política de la isla en el marco de un entendimiento amistoso con Francia. Pero en 1801 Napoleón Bonaparte envió un poderoso ejército que pretendió sojuzgar nuevamente al país y restablecer el régimen esclavista. Los franceses arrestaron a L’ouverture y lo deportaron a Francia, donde murió en la cárcel. Se desencadenó entonces la última fase de la revolución, la más radicalizada, donde la población afrodescendiente se unió para expulsar al invasor francés, defender la libertad tan duramente conquistada y ahora sí, proclamar la independencia de Francia.
En noviembre de 1803, diezmado por una implacable guerra de guerrillas y recurrentes epidemias de fiebre amarilla, el ejército francés debió formalmente rendirse ante el nuevo jefe rebelde, Jean-Jacques Dessalines, y evacuar la isla con la ayuda de la flota británica. Proclamada la independencia, en un inédito acto de reparación histórica, los vencedores descartaron el antiguo nombre colonial de Saint Domingue, y bautizaron al nuevo Estado con su actual denominación, Haití, como denominaba a su tierra el antiguo pueblo taíno, habitantes originarios de la isla exterminados por los europeos.
El 20 de mayo de 1805 fue promulgada la Constitución de Haití, un texto complejo que estableció un régimen político imperial de características autoritarias a la par que introdujo novedosas reformas sociales: la abolición de la esclavitud, los derechos sociales para hombres, mujeres y niños, el divorcio vincular, en definitiva, la igualdad y la libertad, sin diferencias raciales o de género.
La Revolución de Haití fue una revolución antiesclavista y anticolonial, pero que, sin embargo, no alcanzó sus objetivos de liberación nacional. Fue un ejemplo temprano de lo que Marx denominaba la “revolución en permanencia”, esto es, la profundización de la revolución a partir de la transformación del sujeto político-social protagónico, que la empuja hacia adelante a través de fases sucesivas cada vez más radicales. Pero fue también un ejemplo temprano de los límites impuestos a los procesos emancipatorios cuando quedan confinados dentro de las fronteras nacionales.
La revolución no logró conmover los cimientos de la economía de plantación en las Antillas y en la costa atlántica: los británicos prohibieron el comercio de esclavos, pero mantuvieron la esclavitud en sus colonias; los franceses ahogaron en sangre la rebelión antiesclavista de Guadalupe; en Venezuela, a pesar de las tempranas proclamas de Simón Bolívar (1816) la esclavitud fue reestablecida y abolida recién en 1854; en Estados Unidos, Cuba y Brasil subsistió hasta bien avanzada la segunda mitad del siglo XIX. En este contexto desfavorable, los sucesivos gobiernos haitianos no lograron impulsar proyectos económicos alternativos para reinsertar el país en la economía mundial, y terminaron concertando una ruinosa “reconciliación” con la metrópoli, pagando una cuantiosa indemnización, punto de partida de renovadas formas de explotación y dependencia que agobian hasta hoy a la nación caribeña.
Pero la heroica revolución en la que los antiguos esclavos enfrentaron y derrotaron a los ejércitos más poderosos de Europa bajo la consigna “Libertad o muerte”, esa no ha perecido. Permanece en la memoria y el corazón de los hombres y mujeres libres de todo el mundo, como aquel relámpago que por un momento iluminó la potencialidad de un pueblo dispuesto a luchar hasta la muerte por romper sus cadenas.
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