POR Jorge Drkos
La suspensión temporal de los diálogos de paz del
gobierno colombiano con las FARC por el secuestro del general del Ejercito
Rubén Darío Alzate, quien inexplicablemente iba de civil y sin escolta en una
zona roja controlada por la guerrilla, es la crisis más grave del proceso de
paz iniciado en La Habana y del cual este miércoles se cumplen dos años de
iniciado.
La suspensión temporal de los diálogos de paz del
gobierno colombiano con las FARC por el secuestro del general del Ejercito
Rubén Darío Alzate, quien inexplicablemente iba de civil y sin escolta en una
zona roja controlada por la guerrilla, es la crisis más grave del proceso de
paz iniciado en La Habana y del cual este miércoles se cumplen dos años de iniciado.
La decisión del presidente Juan Manuel Santos de
suspender de manera unilateral las conversaciones de paz demuestran la
hipocresía de su accionar, ya que fue él quien propuso que se llevaran adelante
sin ningún tipo de armisticio. Fue quien dijo: "Vamos a negociar como si
no hubiera guerra y vamos a guerrear como si no hubiera negociación."
Es conveniente en esta coyuntura, establecer un cese al
fuego de ambas partes para que se restablezca el dialogo y profundizar los
acuerdos de La Habana, que trabajosamente pero de manera sostenida han logrado
significativos avances y acuerdos sobre
cuestiones tan sensibles como es el tema de las víctimas, sobre tierras y
desarrollo rural, participación política, drogas y narcotráfico.
El actual momento que vive Colombia es histórico y la
culminación del conflicto que ya lleva
más de 60 años es imprescindible para sentar las bases de una paz estable con
justicia, verdad, reparación económica y social a las víctimas, permitir el
regreso de los miles de exiliados y terminar con el accionar de los grupos
paramilitares.
Ante los últimos acontecimientos, los enemigos del
proceso de La Habana fueron los primeros en emitir declaraciones para que se
den por terminadas las conversaciones, cabe preguntarse entonces: ¿quiénes no
quieren la paz, y qué intereses hay detrás de este conflicto armado?
Intentando dar respuesta a estos interrogantes podemos
afirmar que hay factores internacionales y locales que se necesitan mutuamente,
la derecha estadounidense y el propio gobierno de Barack Obama son actores principales en el escenario
latinoamericano en general y en la situación colombiana en particular. El
accionar del imperio y la colaboración local del "uribismo" plantean
volver al escenario de la guerra.
El primer beneficiado de este accionar es el complejo
militar de EE UU que necesita que se rompa el proceso de paz y en ese hecho
pretenden quebrar los procesos de integración regional que hoy se expresan en
Unasur, Celac, Mercosur y ALBA.
La salida al conflicto social y armado está en el centro
del debate latinoamericano. La paz en Colombia es imprescindible para
profundizar los procesos que se vienen llevando adelante en la región.
Debemos apoyar activamente
desde los movimientos políticos y sociales de nuestros pueblos la continuidad
de las conversaciones en La Habana, ayudando a construir una solución política
a un conflicto social que sigue siendo una herida abierta en Nuestra América.
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